Hace muchos años, la
televisión y las emisoras de radio no emitían las veinticuatro horas del día y
era normal leer en sus programaciones la expresión: “24:00 horas: Despedida y cierre”. Bueno, pues ahora me toca a mí. Esta entrada de hoy es la de despedida y cierre de mi blog.
Parafraseando al gran
autor de varios cientos de canciones, Manuel Alejandro, en el título de una de
ellas que popularizó Rocío Jurado (“Se nos rompió el amor de tanto usarlo”),
¿podría yo decir que “se me rompió el humor de tanto usarlo"? Me niego a
decirlo; me niego a admitirlo. Un pretendido ironista nunca dimite. El
rótulo virtual de mi chiringuito mental dice: “Abierto de día y de noche”, o
sea, como los bazares chinos (y, como los bazares chinos, quizás expendiendo un
producto de dudosa calidad). El humor es el medio en el que más a gusto me
siento para decir cosas serias, pero necesito descansar un tiempo, reflexionar,
reorientar el blog… o quizás desaparecer del todo.
Gracias a los que me
han seguido durante estos dos años, a los que me han alentado, a los que me han
tirado de la oreja por pasarme de rosca en el humor y a los que lo han hecho
por todo lo contrario, o sea, por ponerme alguna vez demasiado serio, solemne y
grandilocuente. Gracias a los que han extendido y difundido estas páginas, que
nacieron con la modesta pretensión de reírme un rato con un reducido número de
amigos, apenas medio centenar.
Termino con la frase
que las novelas románticas ponen en boca de uno de los protagonistas cuando se
rompe un romance amoroso: “Fue bonito mientras duró” (y digo yo, ¿por qué será
que eso lo dice siempre uno de ellos y el otro no dice ni pío?)