jueves, 16 de junio de 2011

LO QUE NO CONTÓ LA FÁBULA DE LA CIGARRA Y LA HORMIGA

Aquel año, cosas del clima, el verano fue muy largo. Las despensas de la hormiga estaban rebosantes. Como todos los años, llegó el invierno y, también como todos los años, la cigarra que cantaba durante el verano sin almacenar reservas, se disponía a componer la canción de la imprevisión antes de morirse de hambre.
Pero aquel año ocurrió un hecho sin precedentes. La hormiga pensó que el invierno es aburrido, que las despensas repletas invitan a la gula, pero también a la pereza, y que era una tontería dejar morir de hambre a la cigarra, siendo una mano de obra barata.
Con las alas mojadas por las primeras lluvias, la cigarra no tenía opción y aceptó el empleo. A cambio de la comida, ella cantaría cuando la hormiga se lo pidiera, prepararía la comida y limpiaría el hormiguero.
La astuta hormiga acababa de inventar el gramófono, el trabajo eventual y la oferta y la demanda. Con menos méritos ha habido Premios Nobel.

2 comentarios:

  1. Pobres Premios Nóbeles. No quedan bien parados.

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  2. Amigo javier.... leerte no es trabajo, es placer.
    ... ahí seguimos las cigarras... alimentadas por las hormigas que se
    consideran nuestras dueñas, fabricantes y gestoras de culturas.
    César Sobrón

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