Aquel hombre estaba amargado y me lo presentó Manolo. Me contó su historia; su historia triste como casi todas las historias de la vida vulgar.
Era feliz porque no tenía camisa. Y era niño. No tenía amigos. Solo conocía a las flores, a los bosques, a los arroyos y a los vientos. Era feliz. El bosque le despertaba cada mañana con sinfonías maravillosas hechas de trinos de pájaros y susurros de árboles. Pero el viento tuvo envidia de su felicidad y un día arrastró hasta él una hoja de periódico. El hombre feliz la leyó: terremotos, guerras, terrorismo, violaciones… Y, por primera vez, se miró y sintió vergüenza de su desnudez y sintió frío. Se hizo una camisa con la hoja del periódico y dejó de ser feliz. Dejó de ser niño. Se hizo mayor. Y ahora que me lo ha presentado Manolo he notado su amargura, la amargura de estar pagando el precio de un pecado original que no sabía cuál era ni cuándo lo cometió.
Un placer la lectura.
ResponderEliminarTambién dan calor los periódicos: palabras en procesión, mostrando los actos de los hombres, sobre una densa trama de celulosa; cadáveres de los que le dieron sombra y acogieron en sus ramas a los pájaros que en concierto permanente deleitaban al hombre feliz incluso al corroborar
con las tintas que le tiñen las pieles de negro, tanto dolor innecesario en su entorno.
César Sobrón
Querido César:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu seguimiento y tu atención.
Los periódicos no son una excepción de la regla. Las cosas , en sí mismas, no son buenas ni malas; depende del uso que les demos: la energía nuclear, la dinamita, la morfina... y hasta los cuchillos de Albacete.
Solamente pretendí darle un final a la leyenda de "La camisa del hombre feliz", como anteriormente lo hice con "La cigarra y la hormiga": un juego a imitación del "cadáver exquisito" de los dadaistas y surrealistas de
principios del S. XX, ya sabes, añadir una frase a la del anterior jugador, conociendo únicamenrte la última palabra de dicha frase. Uno de los poetas surrealistas de aquellos grupos (no recuerdo el nombre, pero en alguna ficha perdida lo tendré) dijo que la historia de la literatura es un gigantesco cadáver exquisito: cada escritor, cada escrito, no hacen sino enlazar y continuar con todo lo escrito anteriormente desde el principio de los
tiempos.
Un abrazo
Hola Javier: Sólo he leído el primero de tus ... llámalos como quieras y me ha encantado. Como todos, o casi todos somos ególatras yo también lo soy y me ha encantado por el cuento en sí pero sobre todo porque me ha recordado un cuento mío, ya te diré cual. Pienso que destrozar la inocencias, la ingenuidad y la niñez es el mayor de los pecados. sigue mandándome cosas, yo tengo un blog pero jamás escribo en él, por pereza, por falta de tiempo, porque. Todos necesitamos la comunicación, pero en este mundo de robot humanos captar una sonrisa tiene mas valor y más precio que un sueño informático. Voy a leer otro.
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