domingo, 3 de julio de 2011

EL LADRÓN DE IDEAS

Al llegar a su casa después de cerrar la peluquería, abrió, como todas las noches, la cámara blindada donde guardaba las ideas robadas. Cuando terminó de distribuir en los espacios oportunos la cosecha del día, contempló con delectación su ideoteca, de la que tan orgulloso estaba.
Desde muy joven había mostrado su inclinación por la peluquería y, con el paso de los años, llegó a ser un excelente profesional y pudo abrir su propio establecimiento. Un día, ya lejano, mientras reducía a la mínima expresión, a petición del cliente, la abundante cabellera de un excéntrico y conocido filósofo mimado por los medios de comunicación, observó que un racimo de ideas, escapadas de tan privilegiado cráneo, habían quedado enganchadas en las tijeras. Disimuladamente se las guardó en el bolsillo de la bata y, cuando llegó a su casa, las puso encima de la mesa de la cocina y estuvo un largo rato contemplándolas.
Aquel acontecimiento casual cambió su vida. Desde entonces, cada vez que cortaba el pelo a un cliente, le robaba algunas ideas. Con frecuencia eran ideas insulsas y banales, pero a él le daba igual. La pasión de un coleccionista puede, y suele, llegar a nublar el sentido crítico sobre la calidad de sus piezas.
En parte por tratarse de un producto de la rapiña, y también porque había descubierto que las ideas son volátiles, decidió construir una cámara blindada para albergar su ideoteca, que iba alcanzando un volumen descomunal. La cantidad de ideas aumentaba, y no solamente por la aportación del robo de cada día. Una noche había descubierto unas ideas recién nacidas que él nunca había llevado hasta allí: las ideas se reproducían en cautividad. Nunca pudo averiguar si se trataba de generación espontánea o era el fruto de una placentera coyunda de ideas en la cómplice oscuridad de la cámara blindada.
Quizás su felicidad hubiera sufrido un serio quebranto de haber sabido que el chico que barría la peluquería estaba haciendo una ideoteca clandestina con las ideas que se caían al suelo, enredadas en los cabellos cortados, y que esas ideas, que habían intentado la fuga, eran las mejores.

4 comentarios:

  1. Me quedo con la frase: "Aquel acontecimiento casual cambió su vida".

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  2. Muy bueno, Javier, y que tengas unas felices y descansadas vacaciones. Y ojo, mucho ojo, cuando vayas a la peluquería. No sea que acabes siendo tú la víctima de tu propia invención y al final nos quedemos sin tu blog. ¡Qué idea tan loca! ¿no?

    Un abrazo

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  3. Es una idea genial, oero te pregunto ¿Tienes tu mucho pelo y vas con frecuencia a la peluquería? Pueden quedarse tus ideas el peluquero, el aprendiz de peluquero y la escoba con la que barre los pelos el aprendiz. ¿ Y que haría la escoba con las ideas?

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  4. Has pensado en la privaticidad de los calvos. a ellos no les puede robar ideas el peluquero. Original. Felices vacaciones Carmen

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