Las emisoras de radio estaban, una vez más, como ellas mismas repetían con cansina insistencia, “en el filo vivo de la noticia”. Las intervenciones de las unidades móviles se sucedían ininterrumpidamente para que la población supiese, en cada instante, cuál era la situación real.
La familia, reunida alrededor de la mesa, mantenía la mirada fija en el pequeño receptor de radio. Junto a la puerta, preparado para una rápida salida, esperaba un equipaje no muy voluminoso.
Las noticias se multiplicaban. El número de muertos iba en aumento. Las autoridades comparecían frecuentemente ante los medios para aconsejar prudencia. Las fuerzas de seguridad, la Cruz Roja y Protección Civil actuaban sin descanso. El Ejército no había sido requerido, lo cual, comentado en voz baja entre ambos cónyuges, hizo pensar a la tensa prole que quizás las cosas no habían llegado a su máxima gravedad.
Al avanzar la mañana, nuevas víctimas se añadían a la ya abundante lista. El padre era consciente de su responsabilidad y sabía que el momento de la decisión no podía aplazarse mucho más. Las miradas familiares se clavaron, expectantes, en él y la tensión subió varios grados cuando, tras pasar la vista sobre su familia, se dirigió con gesto heroico hacia la puerta de la casa componiendo la frase que creyó digna de la situación.
-Querida esposa, amados hijos, ¡vayámonos! El apartamento de la playa nos espera y el alquiler empieza a contar a partir de hoy.
DEDICATORIA Y AGRADECIMIENTO
A la Dirección General de Tráfico, que este año ha evitado sus usuales campañas tremendistas para aterrorizar a la, hoy llamada, ciudadanía.
A ver si me pones entre tus seguidores porque leo todito lo que me mandas y además me gustan, unos más que otros pero me gustan
ResponderEliminarQuerido Anónimo:
ResponderEliminarAgradezco tu seguimiento, y me gustaría seguirte, pero me falta un pequeño detalle: ¡¿Qieén eres?!
Javier