Hace un año nació este Diario Diurno que ahora tenéis delante.
Sigue vivo gracias a vosotros, a vuestro aliento, a vuestros comentarios en el
propio blog, en mi correo electrónico, o de viva voz; elogiosos la mayoría, pero también algunos con
un tirón de orejas más que merecido.
En el espacio más destacado de
la cabecera del blog manifiesto mi admiración por Ennio Flaiano,
periodista, novelista, dramaturgo y autor de varias decenas de guiones
cinematográficos, entre los cuales podemos encontrar algunas de las mejores
películas del cine europeo del Siglo XX. Una obra suya titulada Diario Nocturno, libro de cabecera
durante muchos de mis años (más) jóvenes, inspiró el nombre de mi blog,
mediante una incruenta cirugía que cambió lo nocturno por lo diurno.
En este primer aniversario quiero
recordar a Ennio Flaiano, muy especialmente por su Diario Nocturno. Se trata de un libro editado en 1958 que incluye
diversos relatos (un delicioso Suplemento
a los viajes de Marco Polo, en el que reinventa al conocido personaje; La cordura de Pikwcik, Un marciano en Roma…) y el diario que da
título al libro. Se trata de una serie de anotaciones, reflexiones y
observaciones escritas con un agudo humor irónico. Muchas de ellas (el diario
está escrito entre los años 1946 y 1956) podrían pasar hoy por microrrelatos, e
incluso por tweets (o tuites, o como quiera que se llamen, que estoy hecho un
lío). Mi mejor homenaje a Ennio Flaiano, aunque escaso por la limitación de
espacio que me he impuesto en el blog, es recordar algunas de las notas de su
diario:
- Ser
pesimista acerca de las cosas del mundo y de la vida en general es
anticipar lo que sucederá.
- Le
presentan el proyecto para la disminución de la burocracia. Lo agradece
vivamente, pero lamenta que falte el modelo H. Concluye que tramitará el
proyecto para un examen solícito a la oficina competente que está creando.
- Aquella
excelente criada tenía una sola ambición: ser actriz. Llegó a serlo y
jamás supo hacer los papeles de criada.
- R. no
ha leído nada, pero ha visto la película.
- Ciertos
vicios son más aburridos que la misma virtud. Esta es la única razón de
que la virtud triunfe a menudo.
- Estaba
encargado de leer artículos y cuentos en un periódico literario. Recibió
una carta de amor; no le gustó, pero con algún corte y rehaciendo el
final, podía pasar.
- Querida,
cuando estemos en la cama es inútil que me llames comendador. Sí,
comprendo, la costumbre, el respeto, todo lo que quieras: pero ¿qué va a
ser de la intimidad? Podemos hacer una cosa: llámame, sencillamente,
doctor.
- Ha
dejado de interesarme. Insiste en escribir libros que yo, si quisiera,
también podría escribir, pero no leer.
- “Y
vivieron siempre felices y descontentos”. Así termina X sus cuentos para
no engañar a su niño.
- Pequeño
retrato: tenía un sentido tal de su propia responsabilidad que, cuando se
equivocaba, se exigía a sí mismo daños y perjuicios.
- D. me
habla de cierto negocio que quiere hacer. Se trata de algo turbio y, por
lo tanto, seguro; y busca cómplices. Ha intentado llegar a un Ministerio,
pero no ha encontrado el camino. “Todo se está poniendo imposible en este
país, hasta la corrupción”, concluye, asqueado.
- Siente
una tal desconfianza hacia el futuro que hace sus proyectos para el
pasado.
- En la
calle Nomentana, un cura en moto se ve obligado a parar de golpe ante un
coche guiado por una monja. No sucede nada. El cura mira a la monja, que
tarda en volver a arrancar, y no hace ningún comentario; pero su mirada
ligeramente lívida delata lo que está pensando: las mujeres, en su casa.
- Se levantó
de la cama: era feísima. Pasó una hora delante del espejo poniéndose fea.
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