El pasado día 15 de Junio se celebró por todo lo
alto el 35 aniversario de las primeras elecciones democráticas de la transición
política española. Nuestra moderna y ejemplar democracia recordó tan feliz
acontecimiento con una fiesta que se desarrolló, más o menos, así:
¡Pasen señoras y señores,
pasen! El espectáculo ha comenzado, pero todavía hay fiesta para rato.
¡Adelante, pueblo soberano! No hay que pasar por taquilla, la entrada es gratuita.
Se está celebrando el combate estelar conmemorativo del trigésimo quinto
aniversario de las primeras elecciones democráticas. (¡Niño, a la cola!).
Para celebrar el clima de
entendimiento conseguido gracias a nuestra madura democracia, los poderes del
Estado se han dado cita en el cuadrilátero dispuestos a dialogar todos contra
todos: jueces, fiscales, políticos, periodistas… Todos contra todos.
¿Cómo terminará la pelea?
(¡Caballero, deje el botijo en el guardarropa!). La emoción se palpa en el
ambiente. Vean cómo se enzarzan entre sí dos conocidos políticos, mientras un
periodista golpea por la espalda a uno de ellos. ¡Aquí vale todo, señoras y
señores! Un fiscal agarra por el cuello a otro fiscal que le estaba metiendo un
dedo en el ojo a un juez que estaba insultando a un diputado que estaba
hablando por el móvil con un comisionista. (¡Señora, cuidado con la abuelita!).
No dejen de admirar la energía de los contendientes. Qué contundencia, qué gran
espíritu competitivo para demostrar
quién dialoga más fuerte. Un periodista acaba de dejar fuera de combate a un alcalde
con un golpe de elocuencia en el bajo vientre. ¡Qué maravillosa exhibición de
retórica, señoras y señores! Un ministro obliga al director de un periódico a
tragarse su Libro de Estilo y un número atrasado del Boletín Oficial del
Estado, mientras un político de la oposición le encasqueta al ministro los
auriculares de un MP4 para que oiga una tertulia radiofónica sobre la cortesía
parlamentaria en el nuevo marco de entendimiento y diálogo. Es una lucha sin
cuartel, ¡no se puede pedir más! Se dialoga sin descanso; en los rincones del cuadrilátero,
los asesores personales de cada contendiente ofrecen sus servicios, pero nadie
se quiere sentar en el banquillo. Los observadores del parlamento alemán, desde
la primera fila, sonríen satisfechos porque comprueban que los españoles son
capaces de defender sus principios con uñas y dientes y así se lo comunicarán a
la señora Merkel.
Advertimos al respetable
público que todavía está en la cola, que alguna de las escenas del combate
pueden herir su sensibilidad, pero ¡atrévanse, señoras y señores! ¡Sorpréndanse
con lo que puede dar de sí nuestra madura democracia! ¡No lo piensen más!
¡Pasen, señoras y señores!
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