Los personajes y situaciones que aparecen en estos Apuntes no son reales, con la excepción de aquellos que sí lo son
Vida social
Cuando se tienen muchos amigos en el lugar de veraneo, la vida social es intensa. Durante la primera semana, la conversación recurrente consiste en un interesante intercambio de información sobre cuándo llegaron y cómo fue el viaje. En la última semana nos preocupamos de averiguar cuándo se van. Solamente quedan unos pocos días para el desarrollo del espíritu en conversaciones de más profundo contenido, como, por ejemplo, lo bien que se come en el nuevo restaurante que han abierto en el casco antiguo. (Los malpensados se están equivocando si creen que esto es un sarcasmo; ¿acaso no saben que la gastronomía es cultura, y que los cocineros están recibiendo la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes?).
Una vecina muy limpia
La dueña del apartamento vecino nos invitó a tomar una copa en su casa, aunque, para ser más preciso, tendría que decir que nos invitó a su cocina, porque el acceso al salón estaba rigurosamente prohibido para que no se empañara el deslumbrante suelo de mármol que nos enseñó, orgullosa, desde el vestíbulo.
La cocina, aún siendo amplia, era el camarote de la película de los Hermanos Marx Una noche en la ópera, sólo que en versión 3D y glorioso Technicolor, porque allí nos apilábamos la anfitriona, los hijos y sus amigos, el marido y sus compañeros de partida, nosotros y un señor bajito que se había equivocado de piso.
Al terminar la cuarta copa insinué inocentemente que debiéramos hacer un curso acelerado de levitación para poder estar más anchos en el salón sin manchar el suelo.
A partir de ese día, nuestra vecina dejó de saludarnos en la escalera y no volvió a invitarnos a ir a su cocina, pero lo que más me dolió fue el quinto espacio intercostal por el codazo que, con más vigor que disimulo, me propinó mi santa institución matrimonial.
Una leyenda playera
Se habla mucho de las leyendas urbanas, pero casi nada, y también las hay, de las playeras; unas y otras, suelen ser falsas.
Una extendida leyenda playera dice que, frente al mar, se te vacía la mente porque el ruido de las olas es como un mantra que, en vez de ayudar a la meditación, paraliza y adormece el pensamiento.
Para desmontar esa leyenda, he decidido escribir este apunte al arrullo de las olas rompiéndose a pocos metros de mí, y… bueno, pues eso…eeee…eso es lo que quería contar… creo… o sea, de lo que estábamos hablando… pero, ¿de… de… de qué estábamos hablando?
(Continuará. Próximo Apunte: El glamour)