APUNTES DEL
VERANO 2012 (y III)
Trillizas
En un descanso
de la lectura, bajo mi acogedora sombrilla plantada a pocos metros de la orilla
del mar, miro el paisaje humano que desfila por la arenosa pasarela que se
extiende ante mí. Pasa una hermosa señora acompañada por unas preciosas trillizas
adolescentes, copias exactas de ella. Desde la sombrilla vecina, otro mirón
como yo comenta en voz alta: “¡Vaya
señora!, parece que le han implantado una fotocopiadora intrauterina”.
La ola de calor
La Agencia Estatal
de Meteorología (AEMET) ha marcado el
ritmo social del verano.
Entre las
conversaciones de intercambio informativo durante la primera semana sobre
cuándo hemos llegado a la playa y sobre qué día nos iremos (última semana), se
producía un vacío de comunicación humana que las invasiones de medusas no
lograban llenar, y tampoco la prima de riesgo, el déficit o la evolución de la
Bolsa, temas sobre los que corríamos un tupido velo.
Pero nos salvó la
AEMET anunciando con diez días de anticipación la llegada de una ola de calor,
llenando así el hueco con conversaciones de enjundioso calado.
Al principio: “Qué calor vamos a pasar”
Días después: “¡Uf, qué calor hace!”
Y, a ola pasada:
“Vaya un calorcito que hemos pasado”
Estas cosas no
las viven quienes se van a veranear al norte -al Cantábrico, al Pirineo…-,
porque, inevitablemente, nos contarán a su llegada que tenían que dormir con
una manta. Lo que me recuerda que hace muchos años, cuando el antiguo régimen
se resquebrajaba y por las rendijas se colaban “osadías” prohibidas hasta
entonces, alguien escribió: “La secreta aspiración
de los varones españoles que veranean en el sur es acostarse con una sueca, y la
de los que veranean en el norte, acostarse con una manta”.
Visiones de
neurastenia
Somnoliento,
esperando que amainen los demoledores efectos de la cena y la sobremesa de
anoche, me dedico a observar, desde mi cómodo mirador antropológico a la orilla
del mar, a esos sacrificados ejemplares de la fauna estival que, con el
pretexto de hacer ejercicio, corren desesperadamente hacia no sé dónde y ellos,
quizás, tampoco. Empiezo a ver cosas muy raras que traen a mi memoria las “Visiones de neurastenia” de Wenceslao Fernández Flórez. Detrás de una rolliza y sudorosa señora, y pese a su
desenfrenada velocidad, veo correr un “michelín” celulítico en forma de
morcilla de Burgos a punto de alcanzarla. Pisándole los talones a un velocista
desencajado, que no conseguirá evitar que le atrape, veo una generosa tripa
cervecera disfrazada de Angela Merkel.
Oigo un ruido a
mis espaldas y no necesito volverme para saber que la neurastenia, vestida de psicoanalista
argentino, está leyendo lo que escribo por encima de mi hombro. Lo que me
faltaba. Me prometo fervientemente no alargar tanto la sobremesa de las cenas,
como la de anoche, que duró hasta el amanecer. Y se me nota.
Don Javier; por aquí somos muy prácticos, solucionamos el asunto ese de dormir en diferentes climas con un muy apropiado chascarrillo: "Duermo con la manta nueva encima y la vieja debajo"; a fin de cuentas heredamos de ustedes y de otros muchas "virtudes" a las que sumamos las que ya traíamos como herencia.
ResponderEliminarEstimado amigo: sus comentarios tienen para mí un doble valor: uno, el del comentario en sí y el otro, el suyo, por seguir a este modesto dominguero.
ResponderEliminarMi reconocimiento y mi cordial saludo.